Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100015
Legislatura: 1871
Sesión: 16 de julio de 1871
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 69, 1114 a 1115.
Tema: Interpelación del Sr. Figuerola, núm. 7, sobre contratación de tabacos a que contesta como Ministro interino de Hacienda.

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Ministro de Hacienda tiene la palabra.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (interino de Hacienda, Sagasta): Pocas tiene que decir el Ministro de Hacienda interino a los Sres. Senadores en respuesta a la interpelación que acaba de exponer el Sr. Figuerola.

Voy a empezar contestando a su última pregunta.

El Ministro actual de Hacienda, no solo no cree que ha habido ilegalidad alguna, ni grave, ni no grave, en el expediente relativo al contrato de tabacos del año 69, sino que cree que aquel Gobierno estuvo en su derecho resolviendo lo que resolvió a propuesta del Ministro de Hacienda.

No recuerdo bien las fechas, pero creo que era a fines del año 68 o principios del 69. Pasábamos todos los días los apuros consiguientes al gran sacudimiento por que había atravesado el país. El Sr. Figuerola pasaba grandísimas amarguras en la cuestión de ingresos, y un día se nos presentó en Consejo de Ministros diciendo: ?Es indispensable proveerse inmediatamente de tabacos: tenemos los almacenes casi vacíos, podría de aquí surgir una cuestión de orden público; pero aunque no surgiera, es indispensable, puesto que el tabaco está estancado, y mientras lo esté, es necesario que el Gobierno provea a esta necesidad. Se ha verificado una subasta con arreglo a un pliego de condiciones que yo encontré en el Ministerio de Hacienda y no ha habido licitadores. Se ha hecho un nuevo pliego de condiciones, se ha verificado otra subasta y tampoco ha habido licitadores.

Hay un decreto del año 52 que previene que cuando esto suceda puedan modificarse las condiciones, pero no el precio. Y añadió el Sr. Figuerola: las condiciones están ya modificadas y no han dado resultado; pero las circunstancias son tan apremiantes, que yo no puedo variar las condiciones sin que sufra la calidad del tabaco. Las condiciones pueden variarse dando mayor desahogo al contratista, lo cual es un beneficio, pero yo no puedo hacer esto porque el tiempo apremia. Esas condiciones pueden establecerse, cuando hay tiempo, con los rematantes; pero en este caso es imposible porque la premura del tiempo exige que el tabaco venga inmediatamente. Yo no puedo dar desahogo de tiempo al contratista: cualquier variación de condiciones que se haga ha de afectar a la calidad del tabaco, y esto no conviene ni al Gobierno ni a los consumidores. Aunque hay un decreto que dice que deben variarse las condiciones pero no el precio, yo creo más conveniente variar éste; y atendiendo a las posturas hechas en las subastas anteriores, creo que con una pequeña alteración( no recuerdo cuál fue) bastará para obtener resultado en la subasta.?

Entonces el Gobierno provisional dijo al Ministro de Hacienda:?Puede Vd. alterar el precio y todo lo que quiera, inclusa la totalidad del decreto. ¿De acuerdo del Consejo de Ministros se hizo ese decreto? Pues el Gobierno provisional, en Consejo de Ministros, también puede dar un decreto derogativo de éste.?

El Sr. Figuerola contestó: ?No lo creo necesario; porque aunque hay algunos lunares en ese decreto, puede quedar para la generalidad de los casos, pero puede modificarse en este especialísimo por las circunstancias anormales en que nos encontramos. ? ?Pues varíelo Vd.? ? Y entonces se acordó que por el Consejo de Ministros se expidiera un decreto variando accidentalmente el dado en 1852 por el Sr. Bravo Murillo.

Yo quiero prescindir ahora del carácter que a la sazón tenía el Gobierno provisional: en rigor era un Gobierno dictador, que no sólo modificaba decretos, como tiene derecho a hacerlo todo el Gobierno, sino que modificaba y echaba abajo leyes; en realidad, no sólo decretaba, sino que legislaba, y no hubo en ello dificultad alguna. En el departamento de la Gobernación, de que yo estaba encargado, sucedió eso: yo legislé, y legislé [1114] hasta el punto de que la base de la existencia de las Cortes Constituyentes y de la legalidad política actual, está en la legislación que yo hice como Ministro de la Gobernación y de acuerdo con mis compañeros.

Pues bien, señores: si aquel Gobierno, por el carácter revolucionario y dictatorial que tenía y le acompañaba, podía modificar leyes y decretos, ¿cómo no había de poder modificar y derogar un decreto, y este decreto que era sumamente necesario modificar y reformar?

Por lo tanto, me parece que está completamente fuera de duda la cuestión de legalidad. No se cometió, pues, dadas las circunstancias, ni ilegalidad grave, ni ilegalidad no grave; se hizo lo que se podía hacer; y aquel Gobierno provisional, del que tuve la honra de formar parte, aceptará con mucho gusto la responsabilidad de este acto; y yo, como individuo del actual Gabinete, aceptaré toda entera, si fuese preciso, la responsabilidad que pueda caber al Sr. Figuerola en este punto; porque si la hubiese, no sería solo S.S. el responsable, sino el Consejo de Ministros, puesto que por acuerdo de éste se hizo aquella modificación.

Que puede haber alguna duda irregularidad en el expediente, yo no lo dudo; las circunstancias eran demasiado críticas para que no pueda haberla habido; pero tal y como se hacen los servicios públicos en España, tal y como tiene lugar la contratación de los servicios públicos en España, por las circunstancias casi siempre críticas por que estamos atravesando, yo no recuerdo en este momento qué ilegalidad pueda haber en el expediente; pero estoy seguro que no las hay menores en la mayor parte de los expedientes del Ministerio de Hacienda referentes a este asunto, de todas épocas y de todas las situaciones. Por consiguiente, no hablemos de esas pequeñas irregularidades que pueden, en momentos dados, verse en un expediente. Pero, además, creo yo, no lo recuerdo bien, pues no he podido ver el expediente que está en el Congreso, pero tengo para mí que se celebró una subasta, y en ella hubo un postor o licitador, pero cuya proposición, por falta de expresión, fue anulada después de haber informado la Asesoría del Ministerio, y de acuerdo con el Consejo de Estado. Vino luego la segunda subasta, y no dio resultado, llegándose por fin a la tercera, ya modificado el precio de la manera que he indicado, variado el decreto como podía hacerse, y se verificó en pliegos cerrados y con las mismas solemnidades y formalidades que las anteriores.

Por consiguiente, no hay irregularidad alguna en el expediente, ni acerca de él, ni acerca de la cuestión de legalidad tengo más que añadir.

En la cuestión de moralidad que ha apuntado el señor Figuerola no tengo para qué entrar; yo no quiero hablar de moralidad, pues me parecía que hacía poco favor a mi amigo el Sr. Figuerola; en este terreno, así en el expediente de que ahora tratamos como en aquel cuyo examen ha dado origen a éste, nadie ha puesto en duda la moralidad de los Ministros y de los funcionarios que en ellos han intervenido.

No hay, por consiguiente, para qué ocuparnos de esto; yo creería, repito, ofender la honra acrisolada del Sr. Figuerola; si añadiera una palabra más respecto a la moralidad; bástame consignar lo que he indicado respecto a que por nadie ha sido puesta en duda la de los Ministros y funcionarios que en esos expedientes han intervenido; y concluyo aceptando completamente la responsabilidad que pueda haber en el expediente que nos ocupa por la variación en el tipo acordada en Consejo de Ministros, y haciendo mías en este punto, y creo que sin inconveniente puedo decir lo mismo en nombre de mis compañeros de aquel Gobierno, las palabras que acaba de pronunciar el Sr. Figuerola.

El Sr. FIGUEROLA: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

(Habla el Sr. Figuerola.)

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (interino de Hacienda, Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (interino de Hacienda, Sagasta): En efecto, se me había olvidado la petición del Sr. Figuerola, relativa al expediente de tabacos que nos está ocupando en este momento. Y ahora, en contestación a S.S., diré que, no solo no tengo inconveniente en traerlo, sino que procuraré que sea lo antes posible. Ahora está en el Congreso, y es necesario que de allí lo devuelvan; si no lo hicieran, yo lo recordaré para que se verifique lo antes posible.



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